lunes, 3 de agosto de 2015

El Exorcista.

Así como en el Western (mi género cinematográfico de cabecera), el cine negro, el musical o la comedia siempre he tenido grandes dudas sobre cual sería mi film favorito de cada uno de esos géneros, en el de terror siempre lo he tenido claro: El Exorcista, de William Friedkin, de 1973. Una película que considero va mucho mas allá del mero cine de terror o diabólico, sino que su profundidad y su complejidad puede llegar a obsesionarte y a que cada vez que la recuerdes (da igual el fotograma que elijas), te estremezcas.

La novela es de por sí una obra sobrecogedora, pero su traslado a la pantalla creo que desborda cualquier otra cuestión. Su dirección, las interpretaciones (todas fabulosas), el tratamiento del entorno, de la ambientación, de lo desconocido....no tiene para mi rival en la historia del cine. Recuerdo que tardé en verla porque mis padres desaconsejaban que un crío pudiera si quiera acercarse a semejante película. La Profecia (1976) rompió el hielo (película que sitúo tras El Exorcista, como mi segunda favorita del género) y poco después e aquella pude acceder a la obra maestra de Friedkin. Por supuesto la vi de noche y jamas se me olvidará el tremendo impacto que me causaron las escenas de Linda Blair poseída, las voces, las caras de pánico de Ellen Burstyn, la mirada triste y abatida del padre Karras, el ambiente semi-otoñal de esa Washington señorial y sobre todo, la habitación. Creo que nunca he sentido mas angustia viendo una película que observando la puerta de la habitación de Regan desde aquel pasillo....Obra maestra. Cima del género. Mil veces imitada y jamas igualada.

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